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SEÑALES DE ALERTA DE  UN TRASTORNO DEL SUEÑO

El ritmo frenético, los cambios en la rutina o las situaciones de estrés provocan que la posibilidad de padecer algún trastorno del sueño, a lo largo de la vida, sea cada vez más alta.

Según la Sociedad Española de Neurología, entre un 20% y un 48% de la población adulta en España presenta dificultades para iniciar o mantener el sueño. Además, en al menos un 10 % de los casos, esto se debe a un trastorno del sueño crónico y grave. 

Sin embargo, a pesar de estas cifras, menos de un tercio de las personas con problemas de sueño buscan ayuda de un profesional.

¿Qué son los trastornos del sueño?

Los trastornos del sueño son un grupo de alteraciones que afectan al descanso, impidiendo dormir bien de manera regular.

En consecuencia, la salud y calidad de vida de las personas que los padecen se ven afectadas, en menor o mayor grado, suponiendo implicaciones a nivel laboral, personal e incluso conllevando riesgos graves para la seguridad.

Los trastornos del sueño también pueden aumentar la probabilidad de padecer otros problemas de salud, constituyendo verdaderos factores de riesgo que pueden favorecer la aparición de otras enfermedades.

De ahí que la consulta a los profesionales sanitarios sea fundamental a la hora de establecer un correcto diagnóstico, a través de pruebas específicas, como por ejemplo la polisomnografía.

En cuanto a los síntomas, éstos varían en función del trastorno del sueño del que se trate. Entre los más comunes encontramos el sueño irregular, la dificultad para conciliarlo o mantenerlo, dificultades de respiración, o los movimientos bruscos e incontrolables durante el descanso, entre otros. 

En cuanto a los trastornos del sueño más habituales encontramos el sonambulismo, el síndrome de piernas inquietas, la apnea del sueño, la narcolepsia o el insomnio.

¿Cuáles son las señales de alerta de un trastorno del sueño?

Pese a que cada trastorno de sueño cuenta con unos signos de advertencia característicos, entre los más comunes destacan: 

  • Tardar más de 30 minutos en conciliar el sueño de manera continuada.
  • Sentir fatiga y agotamiento durante el día a pesar de haber dormido un número de horas adecuado.
  • Presentar múltiples despertares nocturnos e incluso momentos de vigilia prolongados.
  • Dificultad para mantener la concentración en las actividades diarias. Quedarse dormido en momentos inadecuados.
  • Despertase antes de lo previsto por las mañanas.
  • Presentar problemas de respiración o ronquidos anormales durante la noche.
  • Necesitar consumir sustancias estimulantes como la cafeína para poder mantenerse despierto.

Las causas desencadenantes también son muy variables. Desde problemas de salud, tanto física como mental (ansiedad, depresión, presión arterial alta, asma…), hasta factores relacionados con los hábitos y estilo de vida (dieta, malos hábitos de sueño, ritmo de vida…). 

Mantener una buena higiene del sueño para evitar posibles trastornos del sueño

Es importante destacar que no todos los trastornos del sueño tienen que suponer una afección grave. En el caso del insomnio, por ejemplo, existen diferentes tipos como por el ejemplo el insomnio transitorio, agudo o crónico.

Por ello, a menudo basta con aplicar cambios en el estilo de vida para prevenir o combatir ciertos trastornos del sueño, siendo la primera línea de actuación en este sentido la de mantener o alcanzar una correcta higiene del sueño, como en el caso de la terapia cognitivo-conductual. 

Mantener un horario regular a la hora de acostarse y levantarse, evitar las siestas prologadas, cuidar la dieta, practicar ejercicio de forma regular, prescindir de las sustancias estimulantes y las comidas copiosas previo al descanso y acondicionar el dormitorio, son algunos de los hábitos que se recomienda poner en práctica.

Las técnicas de relajación, como la meditación, la relajación muscular progresiva o incluso la lectura de un buen libro, son altamente favorables en este sentido.

Además, en los casos de insomnio puntual los medicamentos que contienen doxilamina ayudan a reducir el tiempo de inicio del sueño a la vez que aumentan su duración y profundidad.

Avalados por las autoridades sanitarias, se dispensan en farmacias y es el profesional sanitario quien mejor te podrá aconsejar sobre su uso, ya que éste no debe prolongarse más de 7 días sin contar con prescripción médica.

BIBLIOGRAFÍA

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